lunes, 4 de mayo de 2009

¿De qué manera te acercas?

Una vez, mientras esperaba el colectivo de pié justo en el ángulo que hace esquina, entre la calle y una avenida que se cruzaban y por las cuales venían dos líneas diferentes que me eran igualmente útiles, me pasó lo siguiente:

Cada tanto giraba para ver en uno y otro sentido esperando divisar qué colectivo vendría primero. Si venía el 501 por Cervantes me quedaba en mi sitio y subía allí mismo. Pero si por el contrario venía el 203 por la avenida Mitre, entonces debía cruzar la calle para acceder a la otra parada.

Era aproximadamente las 23:30 hs. Además el invierno acotaba la visión a pocos metros, creando un panorama neblinoso y frío. En esa época estaba acostumbrado a andar tarde en la noche inclusive si llovía, tiempos felices.

Metido en mis pensamientos brevemente salía de ellos para repetir mi giro y contragiro intentando hurgar entre la neblina y esperando ver la amarilla luz del 501 o en su defecto el conocido violetero del 203.

En un estado entre absorto y sobresaltado me vi arrastrado por una mano firme, aunque algo nerviosa, que me tomó desde el codo impeliéndome al movimiento que por sorpresivo superó la inercia natural de mi cuerpo, y allí fuimos el uno al lado del otro cuasi siameses entrenados en el difícil arte del desfile. Una vez superado el codón de la calle sin tropiezos de mí parte y tragando una gran bocanada de aire frío me separé para ver quién “me había cruzado la calle”.

Una nerviosa dama convencida de su buena acción me pregunta: ¿Ya está? -¿Qué le repregunté tranquilamente?- -¿Digo si no necesitas nada más?- No! le respondí y agregué, “tampoco quería cruzar la calle, pero gracias de todos modos”


La mujer no encontraba palabras ni cómo ubicarlas para disculparse. Le dije que no se preocupara que estaba en cierto modo acostumbrado a que me “ayudaran” y aunque tal vez de manera equivocada era preferible a la indiferencia, pero también le sugerí que ante una situación similar lo mejor es preguntar: ¿Puedo ayudarlo en algo? -Simple ¿no?-


Para mi tranquilidad y la suya vino el colectivo 203 al que me subí de regreso a casa, con una sonrisa entre los labios por haber superado el enojo que otrora me agredía y agriaba el espíritu. Con algo menos de frío en el cuerpo y el alma pedí el boleto hasta cuatro vientos.

NOTA:

El punto rojo indica donde esperaba el colectivo, y las flechas representan los respectivos colectivos. Recuerden que era por la noche y además invierno.


1 comentario:

  1. Entiendo, mi querido amigo, que puede encerrar cierta ignorancia ante un caso así obviar la sencillez de sólo preguntar: ¿Puedo ayudarlo en algo?.
    Pero también es digno destacar que no es la necedad o la bobería la que hace, en el caso específico de la señora en cuestión, que alguien se acerca a una persona con presunta dificultad y le ofrezca su ayuda aún sin pericia terapeutica. ¿Porqué no destacar también que ese error fue empujado o cometido por un corazón sensible y noble? No es eso lo que suele abundar en las noches neblinosas. Dani: Nunca estuvo tan bien dicho tu "gracias de todos modos". Es muy alto el valor de este gesto. Mantengámosle el precio.Un abrazo. Muy bueno el blogs.

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